EL EXTRAÑO CASO DEL DR. JEKYLL Y MR. HYDE


... desde aquel día en adelante, sólo por medio de un increíble esfuerzo comparable a la gimnasia y bajo el estímulo inmediato de la poción, pude conservar la apariencia de Jekyll.
A todas las horas del día y de la noche me invadía ese temor premonitorio. Especialmente si me dormía e incluso si dormitaba por unos minutos en mi sillón, era siempre bajo la apariencia de Hyde como me despertaba. A consecuencia de la tensión que provocaba en mí este constante peligro, y del insomnio a que me condenaba yo mismo, hasta extremos que nunca habría creído que pudiera soportar un hombre, me convertí en una criatura dominada por la fiebre, extremadamente débil de cuerpo y de alma y obsesionada por un solo pensamiento: el horror de mi otro yo. Pero en el momento en que me dormía o la virtud de la droga se debilitaba, saltaba sin transición alguna (pues los dolores de la transformación iban desapareciendo de día en día) a ser presa de una pesadilla cuajada de imágenes de terror, de un espíritu que hervía en odios sin causa y de un cuerpo que no parecía lo bastante fuerte como para soportar aquellas rabiosas energías de vida.
Robert Louis Stevenson
Ilustración de Mark Spears

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