Cupido y la abeja.

No vió Cupido una abeja
que, escondida entre unas rosas,
para labrar su colmena
ingeniosamente roba.

Madrugó para hurtar
lo que mañana borda,
haciendo sus materiales
de los llantos de la Aurora.

Fue a cortar un ramo de ellas,
y ella, que ve que le cortan
jardín, sustento y riqueza,
al dios picó, venenosa.

Dio el niño licencia al llanto
soltó medroso las hojas,
y en sus lágrimas y en ellas
dio al prado nácar y aljófar.

-Muerto soy, madre- la dice-;
mi vida será muy poca,
porque una pequeña sierpe
y con alas, a quien nombran

los jornaleros abeja,
me ha picado. Mas la diosa
respondió: -Si una serpiente
de cuerpo y fuerza tan poca

puede dar dolor tan grande,
desarmada, humilde y sola,
¿cuánto mayor le darás
tú con las flechas que arrojas?

Bien es que sepas lo que es
dolor, y que le conozcas,
para que te compadezcas,
de muchos que por ti lloran.

• Poema de Anacreonte (Teos de Lidia, actual Grecia, s. VI a.C. - id., s. V a.C.)
Poeta griego al que se incluye, junto con Safo y Alceo, en la tríada de los poetas líricos monódicos de la antigua Grecia.
• Pintura: "Venus consolando a Cupido picado por una abeja" - Benjamin West.

Comentarios