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La mujer vikinga, ¿cuál era su rol en la sociedad?

Desde el siglo XIX se ha creado una red de leyendas en torno a la mujer vikinga que la muestran, entre otras cosas, como matriarca y sedienta guerrera. Pero, ¿cuántas de las creencias alimentadas por el imaginario popular son realmente verídicas? Lo cierto es que las fuentes historiográficas difieren de algunas afirmaciones y en este post trataremos de comentar algunas de ellas.

Hemos de aclarar aquí que nos referiremos aquí a las mujeres vikingas libres y estatus social medio; no a las esclavas ni a las de más alto estatus.

El día a día de la mujer vikinga

En la sociedad vikinga había dos ámbitos bien diferenciados: el ámbito privado, de dentro de la casa, y el ámbito público. Dentro de la casa, la mujer vikinga era la máxima autoridad. Controlaba y organizaba las propiedades sin necesidad de aprobación de su marido, aprovisionaba la granja y cocinaba. Realmente sobre ella caía la enorme responsabilidad de gestionar el alimento que haría que en invierno su familia no se muriese de hambre. Además, las mujeres podían participar también en labores de caza, pesca y, sobre todo, de recolección. Asimismo, eran las encargadas de ejercer labores medicinales mediante el uso de plantas y, a su vez, una de sus actividades más habituales era la de bordar el telar.
En las urbes, las mujeres podían dedicarse a temas de mercadeo, gestión y producción de bienes. Por otro lado, no habituaban a participar en asuntos de índole gubernamental porque, para los vikingos, el orden lo componían tanto fuerza como ley.

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Mujer vikinga tejiendo

El valor social de la mujer

La mujer era considerada el alma de la sociedad y representaba la autoridad moral, mientras que el marido era símbolo de la fuerza. A ellas correspondía el importante trabajo de salvaguardar las tradiciones familiares y sociales y transmitirlas oralmente a las siguientes generaciones. Educaban, por tanto, a los futuros vikingos y les inculcaban los valores centrales de su cultura: el honor, el coraje, la fuerza y la independencia.
Así, como vemos, la sociedad vikinga consideraba a la mujer como una pieza primordial de la comunidad, puesto que sus actividades para con la misma tenían un carácter elevado, que para nada eran desdeñadas, sino indispensables y respetadas.
En la investigación de Marta Busquets Gallego, a la que haremos referencia varias veces, llamada La era vikinga, una investigación feminista, podemos leer que las sagas se refieren a las mujeres al respecto de su físico, pero también de su inteligencia y sus habilidades orales. Así, según afirma Marta, su opinión se tenía en cuenta más allá del entorno doméstico, aunque éste estuviera muy presente.

¿Eran guerreras las mujeres vikingas?

El papel de la mujer en la esfera guerrera ha sido uno de los más malinterpretados en opinión de los historiadores. Investigadores de la Universidad de Uppsala y Estocolmo analizaron el ADN de los restos de una tumba de mediados del siglo X en Birka y descubrieron que quien estaba enterrado ahí era una mujer guerrera nórdica. A raíz esto, se ha dicho en los medios que los ejércitos vikingos se componían del mismo número de hombres que de mujeres. Nada más lejos de la realidad. Como afirma la experta Laia San José Beltrán en sus investigaciones, la imagen que tenemos hoy en día de la mujer guerrera vikinga está muy tergiversada. Las mujeres se dedicaban más a la granja que a la guerra y, aunque algunas mujeres eran guerreras, no era ésta una práctica tan extendida como se cree hoy en día.
De hecho, para los vikingos era una verdadera vergüenza y un delito dañar a una mujer, y alguna fuente afirma que éstas no podían llevar armas. Es cierto que en la práctica las mujeres sabían utilizarlas puesto que, por un lado, las utilizaban para cazar, y por otro, eran ellas las que debían defender sus propiedades cuando los maridos estaban ausentes saqueando. Por ello, aunque se han encontrado armas en las tumbas de las mujeres vikingas, no es harto significativo teniendo en cuenta que éstas podían utilizarse para la caza o para defender el hogar.
Las mujeres guerreras se llamaban escuderas o Skjaldmö. La iconografía y los relatos nos hablan de ellas en diversas ocasiones. Un ejemplo interesante que encontramos en la investigación de Marta Busquets, es el tapiz de Oseberg, en el que vemos representadas mujeres con lanzas en un contexto guerrero. Por su parte, las sagas, aunque mayoritariamente hablan de hombres guerreros, también mencionan a mujeres ejerciendo este papel. Marta nos habla también de la saga Laxdaela que, en su capítulo 13, nos habla de Jorunn, esposa de Hoskuld, en una situación de enfrentamiento físico con la concubina de su marido. También habla de Saxo Grammaticus, que describía a mujeres guerreras en Dinamarca alrededor del 1200.
Las mujeres no sólo acompañaban a los hombres al campo de batalla para luchar; tenían diferentes roles, como el amparo de los guerreros,  el fomento de la moral y la utilización de la magia. La magia y la adivinación eran actividades exclusivamente femeninas; las mujeres ejercían de hechiceras y profetisas y practicaban el seidr, un tipo de magia que, en la mitología nórdica, se vinculaba a la diosa Freyja. De hecho, se cuenta que Freyja le enseñó el seidr a Odin, pero éste tenía que tener cuidado al practicarla, puesto que hacerlo “le afeminaba”.

Freya
Freyja luchando contra los skraelingar

La mitología también nos muestra el vínculo de la mujer con el ámbito guerrero. Por todos es conocido el Valhalla, aquel majestuoso salón gobernado por el dios Odín al que los guerreros muertos en combate asistían. Pero lo cierto es que existían otros reinos divinos liderados por mujeres, como es el caso del Fólkvangr en el que se encontraba Freyja, que era diosa del amor y el sexo, pero también de la guerra y de la muerte, al que también asistían los guerreros; o el reino de la diosa Rán, al que asistían los muertos en el mar. Así, los guerreros al morir podían ir tanto al Valhalla como al Fólkvangr sin que esto significara mayor o menor valor.  Y la responsabilidad de elegir a cuál de los dos reinos iba un guerrero era de las Valkirias, mujeres que, por otra parte, se encargaban de espolear y arengar a los guerreros en el campo de batalla y servir a los caídos en el Valhalla.

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Valkiria.
Peter Nicolai Arbo, 1866. La primera de dos pinturas que dedicó a este tema mientras residía en París. 

Mujer y libertad sexual

La mujer vikinga gozaba de libertad sexual y se la trataba con respeto en este sentido, a diferencia de otras culturas en las que su papel era meramente reproductivo. De hecho, una de las pocas cosas que las leyes vikingas castigaban con pena de muerte era la violación de la mujer libre, y este castigo era de carácter excepcional para este caso, puesto que la condena de muerte no era habitual en otros ámbitos.
Parece que el matrimonio era una institución libre en la cual la pareja tenía la última palabra, si bien no dejaba de tener una función social, política o estratégica. Sin embargo, y aunque no existía la concepción del amor romántico, era necesario que dentro del matrimonio prevaleciera el bienestar emocional.  Y esto es importante porque en la sociedad vikinga sí existía el divorcio. El matrimonio se podía disolver si alguna de las dos partes así lo solicitaba, a veces bajo presencia de testigos, y solía estar ligado a diferentes causas, como la impotencia, la infertilidad o insatisfacción sexual. Significativo es el hecho de que, en casos de malos tratos, el desenlace era ipso facto. Laia afirma también que las parejas podían divorciarse si alguno de ellos no vestía acorde a su sexo, lo que no deja de ser curioso.
Cuando una mujer se divorciaba, no era degradada socialmente por ello, aunque tuviera hijos de maridos anteriores. Por tanto, en el enlace matrimonial tanto hombre como mujer se consideraban como iguales.

La mujer en el arte

Por último, es interesante mencionar que también había mujeres artistas, al menos en el ámbito de la poesía. Aunque la autoría de las sagas en muchos casos es desconocida y, cuando no lo es, lo habitual es que su autor sea un hombre, conocemos el nombre de algunas poetas femeninas, como  Gunnhildr, Hildr Hrólfsdóttir, Jórunn y Steinunn. En su web, Laia explica que para algunos investigadores, las mujeres habrían sido las iniciadoras de la poesía escandinava derivado de la tradición oral que mantenían viva.
La idealización de la sociedad nórdica a lo largo de la historia ha alimentado una visión errónea de la realidad. Las óperas o las pinturas románticas que mostraban mujeres escandinavas predominantemente guerreras contribuyeron a este respecto. La valkiria, por otro lado, se idealizó en el romanticismo y su aspecto tornó al de una mujer angelical, cuyo objetivo en el Valhalla era el de ser una mera sirvienta de guerreros, anulando su carácter guerrero. Como Laia dice, “las mujeres vikingas eran lo suficientemente importantes en la época como para que no haga falta masculinizarlas, pero como gusta más decir que combaten, así se las representa»
Sin embargo, no puede negarse que la mujer vikinga gozaba de cierta libertad que no tenía en otras culturas. Puede que la llegada del cristianismo supusiera una pérdida de estatus para la mujer e introdujo la idea de la mujer pura, pía y casta que contribuyó a la segregación de los sexos, además de eliminar el concepto de matrimonio libre por el del matrimonio indisoluble ante Dios.
Referencias

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