El corazón no es diplomático.












Al corazón le cuesta ser diplomático.
Sonríe cuando la felicidad le alcanza,
llora cuando se siente herido,
se aleja cuando cree que algo ha terminado
y se acerca cuando le invita la vida.

El corazón huye de la formalidad,
prefiere danzar al ritmo de los dictados del alma.

Luis Bueno

     

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