Pero sabes que está ahí.


Conoces los zapatos que llevas puestos, no es la primera vez que te los pones.Ni la segunda. Y por eso al llegar a tu casa te los quitas con la ayuda del otro pié, no siquiera te preocupa si están ensuciando. Pero si fuese la primera vez que te los pones, te los quitarías delicadamente. Solo si fuese la primera vez. Ahora no llegas después de un día agotador y lanzas el teléfono a la cama,
pero si fuese nuevo lo dejarías en la mesa y hasta tendrías miedo a que se raye. Y lo mismo pasa con las personas,con tu pareja, con tu familia. Sabemos que está allí y dejamos de mirarlos como
 la primera vez.

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