Nos rompen los esquemas.
Nos rompen los esquemas.
Nos fastidian los planes, el día a día, nos limitan a un «sinvivir» metidos en cuatro paredes.
Nos imponen cómo y qué hacer.
Y parece que nos volvemos locos. Porque no hay nada peor que delimiten tu autonomía, que minimicen tu libertad, que controlen tu independencia o mermen tu autodeterminación.
Pero está claro que aquí se está evidenciando algo todavía mucho peor, que es nuestra incapacidad de estar con nosotros mismos, de mantenernos en paz. Sin necesidad de buscar constantemente fuera lo que nos «despiste» de algún modo para poder estar bien dentro.
Tenemos grandes despensas de comida, televisión y suscripciones a todo tipo de plataformas que nos entregan una extensa diversidad de porfolios. Somos libres para leer libros, sacar de los cajones los juegos de mesa, pintar, hacer manualidades, recuperar todas las horas de sueño pendientes, limpiar y reorganizar todo a aquello que antes por «falta de tiempo» se nos escapaba...
Tenemos tiempo de hacer más y mejor el amor, a nuestras parejas o a nosotros mismos, de empezar a practicar un poco de yoga en el salón, de descubrir buena música, de aprender cosas nuevas, o de simplemente ser...
Tenemos la oportunidad de reconocer que nuestras vidas, al parecer tan «cotidianas», ahora se nos antojan «extraordinaria».
Y eso es magia.
Ante un mundo colapsado por una vorágine de información y pánico apocalíptico, sé la resistencia desde la gratitud.
Nos fastidian los planes, el día a día, nos limitan a un «sinvivir» metidos en cuatro paredes.
Nos imponen cómo y qué hacer.
Y parece que nos volvemos locos. Porque no hay nada peor que delimiten tu autonomía, que minimicen tu libertad, que controlen tu independencia o mermen tu autodeterminación.
Pero está claro que aquí se está evidenciando algo todavía mucho peor, que es nuestra incapacidad de estar con nosotros mismos, de mantenernos en paz. Sin necesidad de buscar constantemente fuera lo que nos «despiste» de algún modo para poder estar bien dentro.
Tenemos grandes despensas de comida, televisión y suscripciones a todo tipo de plataformas que nos entregan una extensa diversidad de porfolios. Somos libres para leer libros, sacar de los cajones los juegos de mesa, pintar, hacer manualidades, recuperar todas las horas de sueño pendientes, limpiar y reorganizar todo a aquello que antes por «falta de tiempo» se nos escapaba...
Tenemos tiempo de hacer más y mejor el amor, a nuestras parejas o a nosotros mismos, de empezar a practicar un poco de yoga en el salón, de descubrir buena música, de aprender cosas nuevas, o de simplemente ser...
Tenemos la oportunidad de reconocer que nuestras vidas, al parecer tan «cotidianas», ahora se nos antojan «extraordinaria».
Y eso es magia.
Ante un mundo colapsado por una vorágine de información y pánico apocalíptico, sé la resistencia desde la gratitud.
Doy gracias por lo que tengo, disfruto de lo que antes no podía por falta de tiempo. Es verdad que hay cosas que echo de menos, más bien personas, abrazos. Pero dentro de lo que tenemos valoro lo que tengo y no solo lo miro con resignación. Hay que vivir con una sonrisa y si el mundo te da limones, haz limonada ❣️
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