Todos nacemos con talentos.

Todos nacemos con talentos.

Algunos nunca lo supieron, otros no lo utilizaron, otros simplemente lo desperdiciaron.

No tengo conciencia de cuantos tengo, no se cuándo me fueron dados.

Solo sé que, ser conciente de ello no siempre me ha servido, hay que aprender a domarlos, a explotarlos e identificarlos.

Confieso que, hay uno que me salva todo el tiempo, lo llevo a todos lados y nunca me ha fallado.

Tengo el talento de las mariposas..

Y no precisamente por ser primero un gusano.

Tengo el talento de transformarme, de crear y ser benéfica entre los jardines humanos.

Hago zoocoria, anemocoria de algún modo.

Parezco frágil, sin embargo me adapto casi a todos los climas por insoportables que sean.

Las mariposas embellecen todo como una primavera, pintan de colores una tundra ártica, o sobrevuelan manglares, pantanos y selvas.

Mi identifiqué tanto con ellas, no solo por la forma de alimentarse. Sino, en todo el esplendor de su metamorfosis y su encantadora, aunque corta vida.

Tengo la gracia de transmutar, pues también fui una oruga. En unas vidas diurna y otras nocturna. Todo el tiempo vuelo libre sobre las más bellas flores del campo, los bellos paisajes y hasta los crueles avatares de mi vida.

Las mariposas esparcen el polen y yo las sonrisas. Lo único que puedo decir es que tengo el don de transformarme.

El talento camaleónico no lo cambio ni por otra vida.

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