Honor y memoria.❤️💛💜✊

Se cumplen 81 años desde que el maravilloso poeta D. Antonio Machado Ruiz nos dejó. Se nos murió (nos lo mataron de pena) en el exilio, en Colliure, un pequeño pueblo francés de los Pirineos Orientales. “Hablaba en verso y vivía en poesía”.

Dos años después, el 5 de mayo de 1941, Antonio Machado fue expulsado post mórtem del cuerpo de catedráticos de Instituto por los amos del odio. Hubo que esperar hasta 1981 para que fuera rehabilitado (con la misma fórmula) como profesor del instituto Cervantes de Madrid, por orden ministerial de un gobierno democrático.

Siempre te estaremos agradecidos por tanta belleza...
Abel Martin Machado fb



Retrato
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla

y un huerto claro donde madura el limonero;

mi juventud, veinte años en tierra de Castilla;

mi historia, algunos casos que recordar no quiero.

Ni un seductor Mañara ni un Bradomín he sido

—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—;

mas recibí la flecha que me asignò Cupido

y amé cuanto ellas pueden tener de hospitalario.

Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,

pero mi verso brota de manantial sereno;

y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,

soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.

Adoro la hermosura, y en la moderna estética

corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;

mas no amo los afeites de la actual cosmética

ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.

Desdeño las romanzas de los tenores huecos

y el coro de los grillos que cantan a la luna.

A distinguir me paro las voces de los ecos,

y escucho solamente, entre las voces, una.

¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera

mi verso como deja el capitán su espada:

famosa por la mano viril que la blandiera,

no por el docto oficio del forjador preciada.

Converso con el hombre que siempre va conmigo

—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;

mi soliloquio es plática con este buen amigo

que me enseñò el secreto de la filantropía.

Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.

A mi trabajo acudo, con mi dinero pago

el traje que me cubre y la mansión que habito,

el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.

Y cuando llegue el día del último viaje

y esté a partir la nave que nunca ha de tornar,

me encontraréis a bordo ligero de equipaje,

casi desnudo, como los hijos de la mar.




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