"LAS GIOCONDAS" :
LA DE MADRID (MUSEO DEL PRADO) Y LA DE PARÍS (MUSEO DEL LOUVRE), respectivamente.
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Las dos se pintaron al mismo tiempo, en el mismo lugar y utilizando la misma modelo.
Las dimensiones de ambas figuras son idénticas y, acaso, fueran calcadas partiendo del mismo cartón. Asimismo, cada una de las correcciones del dibujo subyacente original, se repite en la versión del Prado.
Podría inferirse que, LEONARDO DA VINCI creó su Gioconda, codo con codo, con el colaborador que ejecutó la que tenemos en Madrid, un miembro de su taller, quizás SALAI o FRANCESCO MELZI, los alumnos más cercanos al maestro, y que tenían acceso directo a sus dibujos de paisaje.
La Gioconda de Madrid, tiene los mejores materiales (está ejecutada sobre una tabla de roble de máxima calidad, y con los pigmentos más valorados de la época, entre los que destacan laca roja y lapislázuli); demasiada riqueza, para que un discípulo practicase siguiendo los pasos de su maestro. Seguramente, es la que debía responder al encargo.
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EL JUEGO DE LAS DIFERENCIAS :
Si bien es cierto, que la sonrisa es exactamente la misma, y que la mirada persigue, tanto al observador de Madrid como al de París, la Mona Lisa del Prado tiene cejas y pestañas. Aunque parezca extraño, Leonardo omitió estos dos elementos. “Buscaba una belleza idealizada, abstracta”. En cambio, la obra del taller “es un rostro identificable, un verdadero retrato”.
El velo de la Gioconda de París es negro, mientras que el de la de Madrid es blanco. Además, su vestido es rojo, un color que Leonardo substituyó por el amarillo.
El contorno de ambas cabezas, es exactamente igual, en cambio, cuando se las compara, algo no encaja. “La frente pintada por Leonardo es más alta; buscaba un rostro más esbelto”. Con este mismo propósito, el artista florentino pintó un horizonte algo más bajo.
Todo esto sumado al hecho, de que la tabla de Madrid es tres centímetros más baja y cuatro más ancha, proporciona a la Mona Lisa de Leonardo una mayor airosidad.
El cuadro del "Prado" carece del famoso esfumato, la técnica pictórica inventada por Leonardo. El esfumato es propio de su última época. Es decir, cuando pintó la Gioconda todavía no lo aplicaba.
“La obra de Madrid nos muestra el momento en que se separaron Leonardo y su colaborador”.
“El maestro se lleva la Gioconda y sigue trabajando en el cuadro, de ahí que pudiera incorporar después el esfumato”.
Gracias a este descubrimiento, el Louvre ha cambiado la fecha de finalización de la Mona Lisa. “Antes figuraba entorno a 1507 y ahora se ha trasladado a 1519, el mismo año de la muerte del artista”, lo que constata que no dejó de pintarla hasta el final.

Àngel Arruga Murillo




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