Que días aquellos.





Que días aquellos donde nos levantamos y vemos el cristal partido, el vidrio sucio, el reflejo de nuestra silueta borrosa y triste.
Que días aquellos cuando el cielo gris nos amenaza con llover sobre nuestros hombros y solo se avecine la tormenta.
Que días aquellos donde el tráfico es pesado, el estrés apremia, las deudas nos consumen, el trabajo no resulta.
Que días aquellos donde se rompe el corazón, donde nos dejan, donde no cumplen promesas, donde terminan con nuestras ilusiones.
Que días aquellos en que perdemos algo, nos despedimos de alguien, terminamos un ciclo y se cierra una historia.
Que días aquellos donde todo parece no tener fin, donde nada resulta, donde todo se complica, donde duele el alma.

Que días tan maravillosos.
Que días tan benditos.
Que fortuna la nuestra.
Que hermosos regalos.
Porque son días donde se nos permite vivir y experimentar, donde se nos permite crecer y evolucionar. Donde nos duele pero restaura, donde nos partimos y después nos reconstruimos aún más fuertes.
Que días aquellos que se nos permite experimentar de esta forma, donde los regalos también están ocultos, donde después de despreciar y renegar y llorar resulta que no estaba tan mal, que también sirvió, que incluso nos hizo mejores.

Que días aquellos donde no tenemos más que agradecer este precioso ciclo llamado vida.

Kok Uhga

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