ASÍ FUE EL ÚLTIMO DÍA DE MI VIDA.

Anoche, mi humano estuvo hablando conmigo, estaba muy triste, se sentó frente a la chimenea y me recostó en sus piernas, lo hizo él porque desde hace unas semanas mis movimientos son muy torpes.

Mientras me acariciaba, las lágrimas rodaban sobre sus mejillas, balbuceaba algunas palabras que no logré comprender, pero ambos conocíamos nuestra situación. Sabíamos que nuestra vida juntos estaba a unas horas de esfumarse.

Hoy, desde que amaneció, mi humano me dijo que sería un día especial, me imaginé un día lleno de aventuras a su lado, me conocía perfectamente y sabía todo lo que me gustaba. Es el resultado de convivir conmigo durante quince años.

Desayunamos salchichas en casa, siempre se negaba a convidarme, pero hoy hasta les puso patatas fritas, devoré todo de inmediato, mi barriga se puso feliz y mi cola se meneaba sin parar, vaya que el día empezó de manera espectacular.

Después salimos a dar un largo paseo, o tal vez a mí se me hizo muy largo porque mis pasos eran muy lentos, mi humano llevó una caja con todos mi juguetes, me lanzaba mi pelota favorita, pero solo pude ir por ella una vez, me costó mucho trabajo, pero no quería defraudarlo.

Mientras caminábamos recordé todos los momentos que habíamos vivido en ese parque, la primera vez que me trajo siendo apenas un cachorro y yo tenía la energía de jugar por horas, cuando los dos hacíamos amigos, o las veces que solo nos sentábamos a contemplar la vida.

Luego de varias horas, regresamos a casa y pedimos pizza, otra de mis comidas prohibidas favoritas, mientras llegaba, nos sentamos en la sala y mi humano empezó a  
hablando conmigo: Ya lo sabes, ¿verdad? Y seguramente te estás haciendo el fuerte. Estamos igual, yo estoy evitando las lágrimas desde que me desperté. Tengo miedo.

Sonó el timbre y se levantó, ¡llegó la pizza!, no se molestó en sacar platos, comimos directo de la caja, una rebanada él y una rebanada yo, así hasta que se terminó. Yo me sentía en el paraíso.

Cuando terminamos, puso una película, no le prestó atención porque seguía hablando conmigo mientras me acariciaba, podía sentir su tristeza y no sabía qué hacer porque yo me sentía exactamente igual.

Lo último que logré escuchar fue que al día siguiente me llevaría con el veterinario y que nos tendríamos que separar porque mi misión en este mundo había terminado y me merecía descansar.

Fue lo último, porque me quedé dormido y ya no desperté, ya no fue necesario ir a aquél lugar ni que mi humano viera cómo terminaban con mi vida mientras yo cerraba mis ojos lentamente.

Sé que él estará bien, es fuerte, a mí también me duele saber que ya no estaremos juntos, pero estoy feliz porque no pude haber tenido un mejor compañero para compartir mi vida. Sin duda, fui muy afortunado.
Desconozco autor.

Comentarios