No, si tiene su gracia

No digo que la situación no tenga su lado cómico. Mírenme si no, con mi mejor traje recién planchado, camisa de un blanco inmaculado, corbata con el nudo perfectamente ajustado, zapatos lustrados hasta parecer espejos... y, encerrado, sin poder ir a ningún sitio. Pero, aun así, ¿cómo puede alguien reírse de mí? ¿Cómo pueden reírse de un pobre hombre prisionero? Y, lo que es peor, ¿quién puede haber soltado esa carcajada aquí, bajo paletadas y paletadas de tierra, donde sólo se oye el ruido de la Muerte guardando las paredes de mi ataúd?

JOSE LUIS BARCENAS HERMOSILLA

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