La eutanasia que debe aplicar un veterinario

Esta carta (en inglés) fue publicada en Facebook por Brenda Gough, una veterinaria y que habla sobre lo difícil que resulta emocionalmente aplicar la eutanasia a las mascotas. Su publicación ha recibido más de 30 mil comentarios y 127 mil me gusta.

Empieza su carta relatando cómo es conocer a una mascota:

Entonces, me traes a tu cachorro, me besa la cara, se come mis galletas que le ofrezco, y empieza nuestra amistad.

Varias visitas más tarde, empieza a aprender donde guardo las galletas, y la chica de la bata blanca, bueno ella está bien…

Enseguida, luego de muchas vistas, me he encariñado con tu perro y con toda tu familia, pues, en realidad son personas muy muy buenas, y no sólo he visto que el cachorro se convierte en un miembro de una familia tan dulce, sino que tengo que ver a los niños crecer año con año y él será una pequeña parte de su viaje.

La veterinaria habla sobre una graciosa anécdota que hizo el perro, del que no paraban de reír. Pero luego, prosigue su relato hablando de un triste final:

Y aquí estamos, más o menos quince años después, teniendo que decir adiós.

Tiene una enfermedad en el corazón y ya no puedo arreglarlo. Tiene cáncer y no tiene cura. Tiene artritis y los medicamentos simplemente no funcionan. Quisiera que viviera para siempre por ti. Siento que le he fallado a él y a ti cuando me quedé sin opciones para seguir, y tu, confortable y feliz.

Así que ahora es el momento, y se supone que tengo que ser profesional. Obejtiva. Yo soy el médico. Tranquila. Genial. Serena. Siempre bajo control.


Tengo la aguja en el bolsillo de mi bata blanca. El mismo bolsillo que estaba lleno de galletas para él. Respiro profundo antes de entrar a la sala. Tengo que ser fuerte….

Me regresa a ver con esa mirada tan tierna como lo hace siempre, seguido de besos y una mirada al frasco de galletas. Pero está tan débil para eso. Ella está preparada. Tú no lo estás. Yo no lo estoy. Pero esto tiene que suceder porque lo amamos tanto como para dejarlo sufrir.

Así que lo besamos de nuevo, no queda mucho de su cuerpo que funcione todavía, pero sí su cola que no deja de mover, me llega hasta lo más profundo, pero trato de no llorar. Tengo que ser fuerte.

Su cuerpo se relaja, el está en tus brazos y tu estás llorando. Otra familia ha perdido a uno de sus miembros más queridos. Coloco mi estetoscopio en su corazón para asegurarme que se ha detenido, pero está tan cerca de tu pecho que tal vez ese corazón que escucho es el tuyo o tal vez es el mío.

Confirmado, ha pasado. Tú lo pones suavemente en la mesa y nos damos un fuerte abrazo antes de marcharte.

La puerta se cierra tras de ti y no se si oyes esto, pero lloro histéricamente en las orejas de tu mascota. Se ha ido, se le va a extrañar, y tienes que enfrentar a lo que será una de las cosas más difíciles.

Entras a tu casa y el no está ahí para saludarte.

Amor por siempre, tu veterinario.
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