Frida Kahlo.
El dolor y el padecimiento constante fueron parte de la vida de
Frida Kahlo.
A lo largo de su vida, una grave enfermedad la afectó de varias maneras. Los detalles de su sufrimiento a menudo idealizan el dolor de la artista de una manera que ayuda a mitificar su figura, en lugar de esclarecer el impacto físico y real que tuvo en su trabajo y cómo se manifestó en sus pinturas.
Si analizamos los acontecimientos en la vida de Kahlo con la ayuda de imágenes de archivo y de sus obras de arte, podemos comenzar a entender la relación que la artista tuvo con su cuerpo y cómo las aflicciones que padecía despertaron su carrera artística.
Se dice que Frida Kahlo nació con espina bífida, una enfermedad que afecta el desarrollo de la columna vertebral. Esta afección fue la primera de muchas dolencias que continuarían agravando el dolor y los problemas que tuvo más adelante en su vida.
Cuando tenía 6 años, le diagnosticaron poliomielitis. La enfermedad provocó que su pierna derecha fuera más delgada que la izquierda y los problemas de circulación le causaron dolor crónico durante toda su vida. La enfermedad también la obligó a aislarse de sus pares, ya que tuvo que retrasar el comienzo de la escuela durante meses.
Aunque la experiencia la hizo introvertida, se convirtió en la hija favorita de Guillermo Kahlo, su padre. Durante esta época, él le enseñó literatura, naturaleza y filosofía. Cuando ella se recuperó lo suficiente, Guillermo la motivó a practicar deportes para recuperar su fuerza, como lucha y boxeo, aunque eran considerados inapropiados para las mujeres en aquella época. Guillermo también le enseñó fotografía y Frida comenzó a aprender a revelar, retocar y colorear las imágenes.
Debido a las secuelas de la poliomielitis, Kahlo pasó su adultez usando faldas largas para cubrir su pierna más delgada, ya que detestaba como se veía. En noviembre de 1938, por ejemplo, la artista tuvo su primera exhibición en Nueva York. Cuando notó la cantidad de faldas con las que se representaba en las pinturas, expresó: "Tengo que usar faldas abultadas y largas ahora que mi pierna enferma se ve tan horrible".
A la edad de 18 años, el 17 de septiembre de 1925, Kahlo volvía a casa desde la escuela junto a su novio, Alejandro Gómez Arias, cuando el autobús de madera en el que viajaban chocó con un tranvía de metal. Varias personas murieron y la artista sufrió heridas casi fatales a causa de una barandilla de hierro que la atravesó por la pelvis y le fracturó el hueso. También sufrió fracturas en varias costillas, las piernas y la clavícula.
El accidente hizo que pasara un mes en el hospital y dos meses recuperándose en casa. Aunque trató de volver a la vida normal, Frida continuó experimentando fatiga y dolor de espalda. Los rayos X revelaron que el accidente le había desplazado tres vértebras. El tratamiento consistía en usar un corsé de yeso, que la sentenció a reposar en cama como parte de la recuperación.
Antes del accidente, Frida soñaba con convertirse en médica. Aunque tuvo que abandonar esos planes, sus padres la motivaron a pintar durante su recuperación, lo que despertó una nueva pasión en Kahlo.
La artista usaba un atril hecho a medida que le permitía pintar en reposo, y había un espejo sobre la cama para que pudiera verse. Además de pintar los retratos de sus hermanas y sus amigos de la escuela, Frida también estaba interesada en su propia imagen y explicó: "Me pinto a mí misma porque, normalmente, estoy sola y soy a quien mejor conozco".
La pintura se convirtió en una nueva manera para Kahlo de explorar cuestiones de identidad y existencia a otro nivel. En retrospectiva, la artista dijo que el accidente y el período de recuperación en aislamiento provocaron que quisiera pintar las cosas tal como las veía con sus propios ojos, y nada más. Muchas de las pinturas que Kahlo creó durante esta época estuvieron inspiradas en artistas europeos, especialmente en maestros del Renacimiento, como Sandro Botticelli y Bronzino, además de movimientos vanguardistas como el cubismo y el surrealismo.
En los años posteriores al accidente, Frida continuó padeciendo dolores intensos de manera crónica y tuvo que soportar 32 cirugías en total, algunas de las cuales fueron desastrosas. El accidente y las operaciones tuvieron un gran impacto en su fertilidad y la artista sufrió varios abortos espontáneos.
Uno de los más complicados fue en 1932, cuando Kahlo vivía en Detroit con su esposo, Diego Rivera, a quien habían contratado para pintar varios murales en esa ciudad. Frida se enteró de que estaba embarazada durante su estancia allí y decidió hacerse un aborto, pero la medicación utilizada no fue efectiva. La artista tenía sentimientos encontrados respecto a la idea de tener hijos y ya había tenido un aborto al principio de su matrimonio, pero decidió continuar con el embarazo. Al mes siguiente, tuvo un aborto espontáneo y la hemorragia consiguiente requirió que estuviese internada durante dos semanas.
Su pintura Hospital Henry Ford, de 1932, está inspirada directamente en esta experiencia y representa a la artista sangrando en una cama de gran tamaño. Su vientre se muestra hinchado y seis elementos, incluidos un feto masculino y un yeso ortopédico de la zona pélvica, aparecen a su alrededor unidos a su mano por cintas rojas que parecen cordones umbilicales. Esta pintura es una de las tantas que abordan las luchas personales de Frida con respecto a su fertilidad, además de comunicar sus sentimientos encontrados sobre la idea de tener hijos, el deseo de formar una familia con Diego y las limitaciones de su cuerpo.
Una de las numerosas cirugías que Frida tuvo que soportar fue en la columna vertebral. La operación la dejó postrada en cama y la obligó a usar un corsé metálico que ayudara a aliviar el dolor intenso y constante que sufría.
La columna rota, de 1944, vio la luz poco después de la operación y muestra a la artista de pie con un paisaje árido y agrietado de fondo. Su torso está envuelto en cinturones metálicos forrados con tela para evitar que su cuerpo colapse, y la idea se refuerza con la imagen de su columna vertebral expuesta y quebrada en varios puntos. Aunque en la pintura su rostro está cubierto de lágrimas, no es una representación de dolor, sino de fortaleza, con una mirada desafiante que penetra al espectador. Esta actitud decidida le permitió a Khalo continuar pintando incluso en los momentos de mayor agonía.
La artista tuvo que usar un corsé de yeso durante la mayor parte de su vida. Luego, comenzó a pintar complejos murales sobre ellos, convirtiéndolos en lienzos. Los corsés pintados, con tantos detalles como sus pinturas, a menudo estaban cubiertos de trozos de tela estampada con dibujos de tigres, monos, aves y tranvías como aquel en el que viajaba cuando ocurrió su accidente. Los corsés siguen en la casa de Frida, ahora convertida en un museo dedicado a la artista, que nos recuerda su singular personalidad.
Para soportar el dolor de todos los días, Kahlo recurrió a una combinación de fuertes medicamentos recetados, además de medicamentos no recetados y alcohol. El sufrimiento de la artista era tan intenso que no solo se manifestaba físicamente, sino también mental y emocionalmente. La pintura fue una válvula de escape, una manera de aislarse del dolor y los factores estresantes de su vida, y de crear representaciones de las experiencias relacionadas con esos traumas.
Como resultado de su enfermedad, la artista pudo explorar ideas sobre el feminismo y la feminidad, y desarrollar su propia filosofía personal desde una perspectiva diferente a la de sus pares. Es importante no identificar a Kahlo por su dolor, sino reconocer cómo utilizó sus aflicciones para comprender la vida y crear su carrera de artista.
A lo largo de su vida, una grave enfermedad la afectó de varias maneras. Los detalles de su sufrimiento a menudo idealizan el dolor de la artista de una manera que ayuda a mitificar su figura, en lugar de esclarecer el impacto físico y real que tuvo en su trabajo y cómo se manifestó en sus pinturas.
Si analizamos los acontecimientos en la vida de Kahlo con la ayuda de imágenes de archivo y de sus obras de arte, podemos comenzar a entender la relación que la artista tuvo con su cuerpo y cómo las aflicciones que padecía despertaron su carrera artística.
Se dice que Frida Kahlo nació con espina bífida, una enfermedad que afecta el desarrollo de la columna vertebral. Esta afección fue la primera de muchas dolencias que continuarían agravando el dolor y los problemas que tuvo más adelante en su vida.
Cuando tenía 6 años, le diagnosticaron poliomielitis. La enfermedad provocó que su pierna derecha fuera más delgada que la izquierda y los problemas de circulación le causaron dolor crónico durante toda su vida. La enfermedad también la obligó a aislarse de sus pares, ya que tuvo que retrasar el comienzo de la escuela durante meses.
Aunque la experiencia la hizo introvertida, se convirtió en la hija favorita de Guillermo Kahlo, su padre. Durante esta época, él le enseñó literatura, naturaleza y filosofía. Cuando ella se recuperó lo suficiente, Guillermo la motivó a practicar deportes para recuperar su fuerza, como lucha y boxeo, aunque eran considerados inapropiados para las mujeres en aquella época. Guillermo también le enseñó fotografía y Frida comenzó a aprender a revelar, retocar y colorear las imágenes.
Debido a las secuelas de la poliomielitis, Kahlo pasó su adultez usando faldas largas para cubrir su pierna más delgada, ya que detestaba como se veía. En noviembre de 1938, por ejemplo, la artista tuvo su primera exhibición en Nueva York. Cuando notó la cantidad de faldas con las que se representaba en las pinturas, expresó: "Tengo que usar faldas abultadas y largas ahora que mi pierna enferma se ve tan horrible".
A la edad de 18 años, el 17 de septiembre de 1925, Kahlo volvía a casa desde la escuela junto a su novio, Alejandro Gómez Arias, cuando el autobús de madera en el que viajaban chocó con un tranvía de metal. Varias personas murieron y la artista sufrió heridas casi fatales a causa de una barandilla de hierro que la atravesó por la pelvis y le fracturó el hueso. También sufrió fracturas en varias costillas, las piernas y la clavícula.
El accidente hizo que pasara un mes en el hospital y dos meses recuperándose en casa. Aunque trató de volver a la vida normal, Frida continuó experimentando fatiga y dolor de espalda. Los rayos X revelaron que el accidente le había desplazado tres vértebras. El tratamiento consistía en usar un corsé de yeso, que la sentenció a reposar en cama como parte de la recuperación.
Antes del accidente, Frida soñaba con convertirse en médica. Aunque tuvo que abandonar esos planes, sus padres la motivaron a pintar durante su recuperación, lo que despertó una nueva pasión en Kahlo.
La artista usaba un atril hecho a medida que le permitía pintar en reposo, y había un espejo sobre la cama para que pudiera verse. Además de pintar los retratos de sus hermanas y sus amigos de la escuela, Frida también estaba interesada en su propia imagen y explicó: "Me pinto a mí misma porque, normalmente, estoy sola y soy a quien mejor conozco".
La pintura se convirtió en una nueva manera para Kahlo de explorar cuestiones de identidad y existencia a otro nivel. En retrospectiva, la artista dijo que el accidente y el período de recuperación en aislamiento provocaron que quisiera pintar las cosas tal como las veía con sus propios ojos, y nada más. Muchas de las pinturas que Kahlo creó durante esta época estuvieron inspiradas en artistas europeos, especialmente en maestros del Renacimiento, como Sandro Botticelli y Bronzino, además de movimientos vanguardistas como el cubismo y el surrealismo.
En los años posteriores al accidente, Frida continuó padeciendo dolores intensos de manera crónica y tuvo que soportar 32 cirugías en total, algunas de las cuales fueron desastrosas. El accidente y las operaciones tuvieron un gran impacto en su fertilidad y la artista sufrió varios abortos espontáneos.
Uno de los más complicados fue en 1932, cuando Kahlo vivía en Detroit con su esposo, Diego Rivera, a quien habían contratado para pintar varios murales en esa ciudad. Frida se enteró de que estaba embarazada durante su estancia allí y decidió hacerse un aborto, pero la medicación utilizada no fue efectiva. La artista tenía sentimientos encontrados respecto a la idea de tener hijos y ya había tenido un aborto al principio de su matrimonio, pero decidió continuar con el embarazo. Al mes siguiente, tuvo un aborto espontáneo y la hemorragia consiguiente requirió que estuviese internada durante dos semanas.
Su pintura Hospital Henry Ford, de 1932, está inspirada directamente en esta experiencia y representa a la artista sangrando en una cama de gran tamaño. Su vientre se muestra hinchado y seis elementos, incluidos un feto masculino y un yeso ortopédico de la zona pélvica, aparecen a su alrededor unidos a su mano por cintas rojas que parecen cordones umbilicales. Esta pintura es una de las tantas que abordan las luchas personales de Frida con respecto a su fertilidad, además de comunicar sus sentimientos encontrados sobre la idea de tener hijos, el deseo de formar una familia con Diego y las limitaciones de su cuerpo.
Una de las numerosas cirugías que Frida tuvo que soportar fue en la columna vertebral. La operación la dejó postrada en cama y la obligó a usar un corsé metálico que ayudara a aliviar el dolor intenso y constante que sufría.
La columna rota, de 1944, vio la luz poco después de la operación y muestra a la artista de pie con un paisaje árido y agrietado de fondo. Su torso está envuelto en cinturones metálicos forrados con tela para evitar que su cuerpo colapse, y la idea se refuerza con la imagen de su columna vertebral expuesta y quebrada en varios puntos. Aunque en la pintura su rostro está cubierto de lágrimas, no es una representación de dolor, sino de fortaleza, con una mirada desafiante que penetra al espectador. Esta actitud decidida le permitió a Khalo continuar pintando incluso en los momentos de mayor agonía.
La artista tuvo que usar un corsé de yeso durante la mayor parte de su vida. Luego, comenzó a pintar complejos murales sobre ellos, convirtiéndolos en lienzos. Los corsés pintados, con tantos detalles como sus pinturas, a menudo estaban cubiertos de trozos de tela estampada con dibujos de tigres, monos, aves y tranvías como aquel en el que viajaba cuando ocurrió su accidente. Los corsés siguen en la casa de Frida, ahora convertida en un museo dedicado a la artista, que nos recuerda su singular personalidad.
Para soportar el dolor de todos los días, Kahlo recurrió a una combinación de fuertes medicamentos recetados, además de medicamentos no recetados y alcohol. El sufrimiento de la artista era tan intenso que no solo se manifestaba físicamente, sino también mental y emocionalmente. La pintura fue una válvula de escape, una manera de aislarse del dolor y los factores estresantes de su vida, y de crear representaciones de las experiencias relacionadas con esos traumas.
Como resultado de su enfermedad, la artista pudo explorar ideas sobre el feminismo y la feminidad, y desarrollar su propia filosofía personal desde una perspectiva diferente a la de sus pares. Es importante no identificar a Kahlo por su dolor, sino reconocer cómo utilizó sus aflicciones para comprender la vida y crear su carrera de artista.
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