Vía Láctea.

Navegamos con nuestros ojos en una noche oscura, extasiados por la inmensidad del universo visible, sólo un pequeño trozo del real, pero aún así inconmensurable. Por aquí y por allá millones de galaxias y en un gran arco nuestra vía láctea, que nos contiene, como una madre. Justamente es éste el mítico origen de la vía láctea, ya que el concepto proviene, una vez más, de la Mitología Griega.
La historia comienza, como en tantas otras, con una infidelidad del máximo dios del Olimpo, Zeus, a su esposa Hera, con la mortal Alcmena, de cuya unión nació el mayor héroe griego, Heracles (para los amigos Hércules). El porqué del nombre del hijo de Zeus ya lo hemos mencionado en otras publicaciones, pero vale la pena repetirlo ya que revela de alguna forma la ira de la diosa y los intentos de Zeus y Alcmena por aplacar su ira. En ese sentido, el niño fue bautizado como Alcides en honor a su abuelo Alceo pero inmediatamente después de conocerse el odio de Hera hacia el bebé, fue rebautizado como Hera-kles (que significa ´Gloria de Hera´), imagínense la gracia que le hizo ésto a Hera, como si este pequeño agasajo hiciera olvidar a la diosa más celosa y vengativa la nueva infidelidad de su cónyuge. Obviamente, la esposa despechada no se conformó con ello.
Zeus se metamorfoseó, como ya lo había hecho anteriormente, tomando la forma del cuerpo de Anfitrión, el marido engañado, e intimó con la reina Alcmena, de cuya unión nació Heracles y desató la furia en Hera.
Zeus, conociendo los designios homicidas de su esposa, como decimos en el barrio: 'lo quería amasijar', decidió que su hijo recién nacido bebiera la leche materna de Hera para que adquiriera cualidades de los dioses, por lo que mezcló a Heracles entre sus descendientes bebés (Ares y Hebe) para que la diosa lo amamantara. Que jugador! je, je. Hera, sin percatarse de la jugada, comenzó a darle la teta a Heracles, que succionaba con fuerza la leche divina; pero cuando la reina del Olimpo escuchó el llanto de su hijo Ares se dio cuenta del engaño y apartó violentamente a Heracles de su pecho, derramando kilómetros y kilómetros de leche que sobrepasaron las fronteras del Olimpo y se extendieron por todo el espacio.
Sin embargo, la leche ingerida por Heracles bastó, como ya sabemos, para que el niño alcanzara la fuerza olímpica de los dioses. Hera, que estaba con la tremenda vena a punto de explotarle, prosiguió en sus intentos de asesinar al hijo bastardo de su marido y envió dos serpientes a su cuna, aunque el extraordinario niño las asesinó con sus manos y se puso a jugar con los cuerpos inertes de los animales.
Pero más allá de la leyenda de Heracles, el punto es que el mito de la leche derramada de Hera generó la investidura de “láctea” a nuestra galaxia. A partir de ello, Gea, la divinidad que representa a nuestro planeta, se ubicó cerca de esa ruta láctica para nutrir al mundo de la fuerza de los dioses…
Son muchos los autores que representaron este suceso mitológico, una de esas obras es esta maravillosa escultura de Johan Niclas Byström de Juno (Hera) amamantando a Heracles, que se encuentra en el Palacio real de Estocolmo.
La Obra:
Juno amamantando a Hercules
Autor: Johan Niclas Byström
Juno suckling Hercules
Ubicación: Palacio real de Estocolmo

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