María Antonieta de Francia.



María Antonieta de Francia fue protagonista de una gran estafa digna de contarse en una serie de Netflix. Los personajes involucrados: Unos falsos condes, un joyero estafado, un cardenal burlado y, al fin, un gran escándalo nacional.
La historia fue más o menos así.
Cuando Luis XV encargó un espléndido collar para su amante Madame du Barry, no sospechaba que protagonizaría una de las farsas más sorprendentes de la historia. Su artífice era el prestigioso Charles-Auguste Boehmer, lo componían 647 diamantes y su valor era de 1.760.00 libras. Pero en 1774 la viruela apagó la vida del rey, y lo que prometía ser para el joyero parisino la venta de su vida, se convirtió en una pesadilla que le llevó al borde de la quiebra.
Los miembros de "la banda" eran: Jeanne de Valois-Saint-Rémy, una mujer intrigante y arribista, dispuesta a todo por salir de la miseria en la que había crecido.
Louis René Édouard de Rohan-Guéméné, uno de los miembros más influyentes de la Iglesia y perteneciente a una familia de la más rancia aristocracia francesa. Había sido enviado a la corte vienesa a fin de establecer las condiciones de la alianza franco-austríaca. Una vez allí, su conducta inapropiada y sus intrigas le valieron la enemistad de la emperatriz María Teresa y de su hija, la futura María Antonieta de Francia. De Rohan quería convertirse en el nuevo Richelieu, pero era un sueño imposible mientras existiese la antipatía que la reina María Antonieta sentía hacia él.
Transcurre 1784, la situación financiera de Jeanne era angustiosa, así es que se le ocurrió una idea, difundió el rumor de que era íntima de María Antonieta y de su consejera Madame de Polignac, y, como esperaba, De Rohan no tardó en rogarle que intercediera por él ante la soberana.
Jeanne comenzó a hacerle llegar supuestos mensajes verbales de María Antonieta en los que ésta, aseguraba que le recibiría gustosa, siempre que ayudara económicamente a los De La Motte. De Rohan no lo dudó. Casi de inmediato, saldó las deudas de los falsos condes Valois de La Motte.
Pero, ante la escasez de resultados, De Rohan exigió nuevas pruebas. Entró entonces en juego un hombre llamado Marc Rétaux de Villette, que redactó una nota imitando la letra de la reina. Ésta, aseguraba perdonar al cardenal y le sugería la posibilidad de un encuentro secreto, que debía producirse tras saldar nuevas deudas de los Valois de La Motte. El cardenal se dispuso de inmediato a pagar, sin advertir el error que había cometido Rétaux de Villette: firmar como María Antonieta de Francia cuando, en realidad, la soberana lo hacía habitualmente sólo con su nombre de pila.
Los De La Motte contrataron los servicios de una aspirante a actriz y prostituta llamada Nicole Leguay, que era muy parecida a la reina para que se hiciera pasar por ésta, en una entrevista secreta con el cardenal De Rohan.
Una noche, vistiendo la réplica de un traje de María Antonieta y con la cara cubierta por un velo, se entrevistó con el cardenal en los jardines de Versalles. Allí, la actriz aseguró al ingenuo clérigo que todo estaba olvidado y, excusándose, desapareció de escena con rapidez.
La engañosa entrevista no era más que la primera parte del plan ideado por los De La Motte. El siguiente paso consistió en convencer al cardenal de que, si deseaba colmar sus aspiraciones, debía obsequiar a la reina con algún importante objeto. Discretamente, Jeanne le hizo saber que el famoso collar diseñado por Boehmer había maravillado a la soberana, pero que no había podido adquirirlo, dado el estado de las arcas reales.
Sería perfecto le aseguró y le sugirió al cardenal que actuara como aval y testaferro en la adquisición de la joya, y luego la reina iría abonando los plazos al joyero, claro, todo se debía hacer con la máxima reserva.
El 29 de enero de 1785, De Rohan compró el collar por 1.600.000 libras, pagaderas a dos años en cuatro plazos. Dos días después, en presencia de Jeanne Valois de La Motte, se lo facilitó a un presunto sirviente, en realidad Rétaux de Villette, para que se lo entregara a la reina. Por supuesto, el collar no llegó nunca a manos de María Antonieta.
Los falsos condes y su cómplice se apresuraron a dividirlo para vender los diamantes por separado.
Retirada en una elegante mansión en Barsur-Aube, Jeanne Valois de La Motte se dedicó a llevar una vida de grandes lujos, hasta el vencimiento del primer plazo, Jeanne de La Motte se encontraba en un callejón sin salida.
Boehmer el joyero, acudió a Versalles y rogó a la reina que le devolviera la joya.
El joyero se asombró cuando el cardenal le mostró una supuesta carta de María Antonieta, Jeanne no tuvo más remedio que confesar que la carta era falsa. No obstante, omitió el importantísimo detalle de que la reina jamás había tenido el collar en su poder.
Seguro de la inocencia de María Antonieta, el joyero acudió nuevamente a Versalles y rogó a ésta que le devolviera la joya. Ante el desconcierto de la soberana, hubo de decirle que el comprador “en su nombre” había sido De Rohan. La reina, convencida de que se trataba de una jugada del cardenal para exponerla, informó del asunto a su esposo, para que tomara cartas en el asunto. Y se armó la grande.
Luis XVI convocó al cardenal, que le explicó que todo se había hecho por iniciativa de los Valois de La Motte. Sin atender sus disculpas, Luis XVI ordenó que el cardenal fuera arrestado y conducido a la Bastilla.
Jeanne no tardó en seguir los pasos de De Rohan y fue encarcelada. Sin embargo, tanto su esposo como Rétaux de Villette se mantuvieron a salvo en Londres y Ginebra, respectivamente. Poco después se detuvo a Nicole Leguay y a Cagliostro bajo la acusación de complicidad en la estafa.
El proceso comenzó el 29 de mayo de 1786. Se pidieron penas ejemplares para todos los reos, incluido el cardenal. Dos días después, la corte emitió su veredicto. Leguay fue exculpada, lo mismo que el conde de Cagliostro, si bien, por orden del rey, fue declarado persona non grata y obligado a abandonar el país. La justicia cayó de pleno sobre Jeanne. Se la condenó a cadena perpetua en La Salpêtrière, a recibir cien latigazos y a ser marcada en el hombro
con la V de voleuse (ladrona), con un hierro al rojo vivo.

La obra:
Jeanne de Valois-Saint-Rémy Autora: Marie-Louise-Élisabeth Vigée-Lebrun
Fecha: 1780

Comentarios

  1. Cuando las ganas de trabajar escasean, el ingenio se agudiza. Rocambolesca e interesantísima historia y cierto es que merecería ser llevada a las pantallas.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario