DÉJAME DECIRTE, MI NIÑO…
Déjame decirte, mi niño,
que antes del aullido de la metralla
todo, por aquí, eran trinos
con aroma a hierbabuena.
El agua del río no se vestía con sangre
sino con la sonrisa de un arrebol
y si las manos temblaban
no era por miedo
sino porque no sabían
qué hacer con las caricias.
Déjame decirte, mi niño,
que las campanas
no anunciaban otro réquiem
sino el comienzo de la cosecha
y donde, ahora, ves esas cruces calladas
había un canto de madera para las cunas.
No, mi niño,
déjame decirte
que hace mucho tiempo
la paz era un aleluya diario
y no una palabra abofeteada
como ahora.
Nancy (EPHESA)
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