Niños con síndrome del Emperador.

Cada vez nos sorprendemos más de las conductas que los niños tienen hacia sus padres: faltas de respeto, insultos, alzar la voz, entre muchas otras. Un tipo de autoridad que pasa de estar en los padres para pasar a los hijos.
Parece que los roles se han intercambiado. Ya no son los padres quienes establecen normas e imponen castigos, sino que los hijos tienen toda la autoridad.
«Educar a un niño no es hacerle aprender algo que no sabía, sino hacer de él alguien que no existía»
John Ruskin-
¿Qué ha pasado?, ¿por qué este cambio? Desde que se estableció que cualquier «palmada en el culo» o «tirón de orejas» ya era considerada maltrato, los padres se amedrentaron y los niños vieron una forma efectiva para manipular a sus padres.
Esta sumisión no es nada beneficiosa para nuestros hijos, que crecen siendo hostiles con su propia familia y con una creencia autoritaria que tarde o temprano les pasará factura.
En la mente del niño autoritario
Un niño que tenga el «Síndrome del emperador» siempre escogerá qué comer, qué deben hacer los demás, cuando salir, a dónde se irá la familia de vacaciones, qué se mira en la televisión… En definitiva, él ordena, dicta y manda tanto en él como en los demás.
¿Por qué ocurre esto? Porque estos niños tienen la empatía subdesarrollada. Esto quiere decir que no son capaces de experimentar las emociones y los sentimientos que tienen que ver con ponerse en el lugar de los demás.
Si no cumplimos lo que el niño autoritario dicta y ordena tendremos que soportar sus berrinches, pataletas y, en algunos casos, agresiones.  Se convierte así en un niño más que autoritario, dictador. Es muy fácil distinguir a un niño que posea el terrible «Síndrome del emperador» pues poseen las siguientes características:
Poseen rasgos de personalidad propios del egocentrismo.
Tienen una escasa tolerancia a la frustración.
No saben controlarse ni regular sus sentimientos y emociones.
No toleran que sus exigencias no se vean cumplidas.
Conocen las debilidades de los demás.
Son unos expertos manipulando psicológicamente a los demás.
Cuando reconocemos todo esto, a veces nos preguntamos por qué no estamos haciendo nada para solventarlo. Sobre todo cuando lo vemos de forma externa. Son muchos los programas de televisión que muestran este terrible comportamiento. ¿Por qué los padres no actúan en consecuencia? Porque tienen miedo, pero sobre todo porque han permitido que sus propios hijos los sometan.
La importancia de educar
Por razones que desconocemos hay padres que ejercen una educación pasiva y bastante relajada que fomenta que estos niños se conviertan en autoritarios tarde o temprano. Esto no solo causa problemas en casa, sino también en la escuela. ¿Cómo los profesores van a poder lidiar con estas personalidades autoritarias?
Estos niños no saben lo que es el respeto, el perdón… desconocen completamente cuál es su sitio. Por ello, se convierten en personas desafiantes sin un objetivo en su vida que no sea tener a todos a su merced. Los padres han optado por educar de forma pasiva a sus hijos, sin medir las consecuencias que tarde o temprano empezarán a lamentar
Sabemos que educar es una tarea ardua, complicada y que requiere mucho esfuerzo y energía que, en ocasiones, no tenemos o no queremos tener. Pero, cuando decidimos tener hijos es una de las primeras premisas que aceptamos. Adquirimos la responsabilidad de educarlos, algo que irremediablemente conlleva un esfuerzo.
Cuando son aún unos niños podemos creer que tenemos tiempo para solucionar esta actitud que nos sobrepasa por momento. El problema es cuando la adolescencia asoma y nos vemos envueltos en una vorágine de acciones contradictorias que pueden desembocar en agresión. Este paso hacia la madurez se ve inmerso en algo que ellos consideran «correcto». Entretanto, pierden su tiempo creyendo que disfrutan de la vida mientras la van perdiendo
Por eso, es tan importante que como padres nos esforcemos, para que nuestros hijos también aprendan el valor del esfuerzo y sepan que es importante ser responsable y respetuoso con los demás.
Los límites son necesarios. Estamos formando personas que van a convivir en este mundo y de las que debemos sentirnos orgullosas. Si nos da igual, no podremos esperar un cambio.
Los niños autoritarios se darán de bruces muchas veces hasta conseguir aprender, pero nunca entenderán por qué nadie les ha echado una mano educándolos desde un principio.
Vía: Lamenteesmaravillosa

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