Nadie deja su hogar a menos que su hogar sea la boca del lobo.
Nadie deja su hogar a menos
que su hogar sea la boca del lobo.
Solo corres hacia la frontera
cuando ves al resto de la ciudad corriendo también.
Tus vecinos corren más rápido que tú
con aliento sangriento en sus gargantas.
El chico con el que fuiste al colegio,
el que te besó tras la vieja fábrica de hojalata
sujeta ahora un arma más grande que él.
Solo dejas tu hogar
cuando tu hogar ya no te deja estar.
Nadie deja su hogar si su hogar no le echa
con fuego bajo los pies
sangre caliente en el vientre
no es algo que hubieses pensado hacer
hasta que el cuchillo ardiente no amenazó tu cuello
e incluso entonces llevaste el himno en tu aliento,
pero romper tu pasaporte en el baño de un aeropuerto
sollozando por cada pedazo de papel
te dejó claro que no volverías atrás.
Debes entender
que nadie sube a sus hijos a un barco
a menos que el agua sea más segura que la tierra
nadie se quema la palma de las manos
bajo los trenes
debajo de los coches.
Nadie pasa días y noches en las entrañas de un camión
alimentándose de periódicos
a no ser que las millas recorridas
signifiquen algo más que el simple camino.
que su hogar sea la boca del lobo.
Solo corres hacia la frontera
cuando ves al resto de la ciudad corriendo también.
Tus vecinos corren más rápido que tú
con aliento sangriento en sus gargantas.
El chico con el que fuiste al colegio,
el que te besó tras la vieja fábrica de hojalata
sujeta ahora un arma más grande que él.
Solo dejas tu hogar
cuando tu hogar ya no te deja estar.
Nadie deja su hogar si su hogar no le echa
con fuego bajo los pies
sangre caliente en el vientre
no es algo que hubieses pensado hacer
hasta que el cuchillo ardiente no amenazó tu cuello
e incluso entonces llevaste el himno en tu aliento,
pero romper tu pasaporte en el baño de un aeropuerto
sollozando por cada pedazo de papel
te dejó claro que no volverías atrás.
Debes entender
que nadie sube a sus hijos a un barco
a menos que el agua sea más segura que la tierra
nadie se quema la palma de las manos
bajo los trenes
debajo de los coches.
Nadie pasa días y noches en las entrañas de un camión
alimentándose de periódicos
a no ser que las millas recorridas
signifiquen algo más que el simple camino.
[…]
Nadie deja su hogar
hasta que su hogar no es una voz que le dice:
vete
huye de mí ahora
no sé en qué me he convertido
pero sé que en cualquier lugar
estarás más seguro que aquí.
Nadie deja su hogar
hasta que su hogar no es una voz que le dice:
vete
huye de mí ahora
no sé en qué me he convertido
pero sé que en cualquier lugar
estarás más seguro que aquí.
Vía: La Vnaguardia.
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