La verdad del cuento de Pinocho.
El escritor italiano Carlo Collodi publicó «Las Aventuras de Pinocchio» en el primer semanario dirigido a niños, llamado «Giornale Per I Bambini», entre 1881 y 1882, el cual contaba con las ilustraciones de Ugo Fleres y Enrico Mazzanti.
La imagen original de Pinocho es la de un ser de madera, pero nada muy elaborado, un niño de palo que vagaba por las calles, pobre, hambriento, mentiroso, avaro, sin escrúpulos ni emociones, que no acepta las críticas o correcciones de personas que lo quieren aconsejar.
De hecho, en una oportunidad el grillo parlante del cuento, más conocido como el querido Pepito Grillo gracias a Disney, advirtió a Pinocho de que estaba actuando mal y que regresara a casa, pero el muñeco reaccionó violentamente:
«Al oír estas últimas palabras, Pinocho se levantó enfurecido, agarró del banco un martillo y lo arrojó contra el Grillo parlante. (…) Lo alcanzó en toda la cabeza, hasta el punto que el pobre Grillo casi no tuvo tiempo para hacer cri-cri-cri, y después se quedó en el sitio, tieso y aplastado contra la pared. ¡Muerto!»
En vez de sentir remordimiento por el asesinato que cometió, aseguró a Geppetto que el Grillo había tenido la culpa de todo y que él no tenía la intención de matarlo.
Por eso, en el siguiente episodio el karma lo castigó para darle una lección.
Durante una noche de tormenta, Pinocho salió a mendigar, pero los vecinos no le dieron nada y le tiraron una cubeta llena de agua encima.
Entonces el muñeco volvió a su casa mojado y sin comida, se sentó cerca de una hoguera para secarse y se quedó dormido, pero sus piernas comenzaron a arder y se convirtieron en cenizas.
Geppetto golpea la puerta repetidas veces y grita para que Pinocho le abra, pero éste le contesta que no puede caminar.
Su padre creador no le cree, pero logra entrar y ve que sus piernas están totalmente quemadas.
El pobre carpintero reconstruye las extremidades de la mentirosa figura de madera, pero más tarde se dará cuenta de que habría sido mejor no hacerlo, porque Pinocho comienza a vender sus pertenencias y el dinero que obtiene los derrocha en vicios y diversos líos.
El último violento episodio que vivió se produjo cuando escapaba de un par de ladrones que lo persiguieron para robarle, pero él logró entrar en una casa encantada para refugiarse, donde tuvo una extraña conversación con una niña que habría estado muerta, al igual que toda su familia (hay otra versión que es el fantasma del grillo el que se le aparece para decirle que no se fie de quien le diga que existe el monte mágico).
Tras esto, los delincuentes ingresaron a la vivienda y comenzaron a acuchillarlo.
Como vieron que no resultaba herido, pensaron en ahorcarlo y así lo hicieron, hecho relatado en una terrible escena no apropiada para menores:
«Y corrieron tras de mí y corrí y corrí, hasta que al fin me atraparon y me colgaron de un árbol, diciendo: ‘Mañana volveremos por ti y estarás muerto y tu boca estará abierta, y luego tomaremos las piezas de oro que has escondido bajo la lengua'».
Collodi había pensado que ésta fuera la historia final, pero el editor del periódico le solicitó que continuara con su obra y le diera un final más feliz.
Es por eso que pensó en el hada azul, quien salvaría a la marioneta y le indicaría el camino correcto en la vida.
Sin embargo, en otros violentos capítulos ella también muere y luego aparece como un fantasma, al igual que el grillo parlante.
Finalmente, ambos logran que Pinocho siente cabeza y cuide a su anciano padre, no sin antes protagonizar duras escenas en las cuales quisieron freírlo en un sartén, lo convirtieron en burro, le quitaron la piel para hacer con ella un tambor (eso se lo hace un músico).
Para ello le ata piedras al cuello y lo sumerge en el agua, aunque antes de ahogarse los peces se comen la carne del burro y el esqueleto, que es de madera, vuelve a ser Pinocho.
A pesar del claro mensaje moral, es evidente que se trata de una historia muy poco apropiada para niños que, además, se sospecha que pudo estar muy influenciada por el mundo de la alquimia y de la masonería.
No es solo la historia se base en el concepto del «homúnculo», encarnado en el protagonista, es que la obra está llena de simbolismos alquímicos y de secretos ocultistas cuyo significado aún hoy en día se sigue discutiendo.
En 1940, Walt Disney popularizó el cuento a través de una película, donde Pinocho conservó sus peores características de mentiroso y terco, pero ahora en un mundo mucho más infantil y colorido, pero muy alejado del original.
La imagen original de Pinocho es la de un ser de madera, pero nada muy elaborado, un niño de palo que vagaba por las calles, pobre, hambriento, mentiroso, avaro, sin escrúpulos ni emociones, que no acepta las críticas o correcciones de personas que lo quieren aconsejar.
De hecho, en una oportunidad el grillo parlante del cuento, más conocido como el querido Pepito Grillo gracias a Disney, advirtió a Pinocho de que estaba actuando mal y que regresara a casa, pero el muñeco reaccionó violentamente:
«Al oír estas últimas palabras, Pinocho se levantó enfurecido, agarró del banco un martillo y lo arrojó contra el Grillo parlante. (…) Lo alcanzó en toda la cabeza, hasta el punto que el pobre Grillo casi no tuvo tiempo para hacer cri-cri-cri, y después se quedó en el sitio, tieso y aplastado contra la pared. ¡Muerto!»
En vez de sentir remordimiento por el asesinato que cometió, aseguró a Geppetto que el Grillo había tenido la culpa de todo y que él no tenía la intención de matarlo.
Por eso, en el siguiente episodio el karma lo castigó para darle una lección.
Durante una noche de tormenta, Pinocho salió a mendigar, pero los vecinos no le dieron nada y le tiraron una cubeta llena de agua encima.
Entonces el muñeco volvió a su casa mojado y sin comida, se sentó cerca de una hoguera para secarse y se quedó dormido, pero sus piernas comenzaron a arder y se convirtieron en cenizas.
Geppetto golpea la puerta repetidas veces y grita para que Pinocho le abra, pero éste le contesta que no puede caminar.
Su padre creador no le cree, pero logra entrar y ve que sus piernas están totalmente quemadas.
El pobre carpintero reconstruye las extremidades de la mentirosa figura de madera, pero más tarde se dará cuenta de que habría sido mejor no hacerlo, porque Pinocho comienza a vender sus pertenencias y el dinero que obtiene los derrocha en vicios y diversos líos.
El último violento episodio que vivió se produjo cuando escapaba de un par de ladrones que lo persiguieron para robarle, pero él logró entrar en una casa encantada para refugiarse, donde tuvo una extraña conversación con una niña que habría estado muerta, al igual que toda su familia (hay otra versión que es el fantasma del grillo el que se le aparece para decirle que no se fie de quien le diga que existe el monte mágico).
Tras esto, los delincuentes ingresaron a la vivienda y comenzaron a acuchillarlo.
Como vieron que no resultaba herido, pensaron en ahorcarlo y así lo hicieron, hecho relatado en una terrible escena no apropiada para menores:
«Y corrieron tras de mí y corrí y corrí, hasta que al fin me atraparon y me colgaron de un árbol, diciendo: ‘Mañana volveremos por ti y estarás muerto y tu boca estará abierta, y luego tomaremos las piezas de oro que has escondido bajo la lengua'».
Collodi había pensado que ésta fuera la historia final, pero el editor del periódico le solicitó que continuara con su obra y le diera un final más feliz.
Es por eso que pensó en el hada azul, quien salvaría a la marioneta y le indicaría el camino correcto en la vida.
Sin embargo, en otros violentos capítulos ella también muere y luego aparece como un fantasma, al igual que el grillo parlante.
Finalmente, ambos logran que Pinocho siente cabeza y cuide a su anciano padre, no sin antes protagonizar duras escenas en las cuales quisieron freírlo en un sartén, lo convirtieron en burro, le quitaron la piel para hacer con ella un tambor (eso se lo hace un músico).
Para ello le ata piedras al cuello y lo sumerge en el agua, aunque antes de ahogarse los peces se comen la carne del burro y el esqueleto, que es de madera, vuelve a ser Pinocho.
A pesar del claro mensaje moral, es evidente que se trata de una historia muy poco apropiada para niños que, además, se sospecha que pudo estar muy influenciada por el mundo de la alquimia y de la masonería.
No es solo la historia se base en el concepto del «homúnculo», encarnado en el protagonista, es que la obra está llena de simbolismos alquímicos y de secretos ocultistas cuyo significado aún hoy en día se sigue discutiendo.
En 1940, Walt Disney popularizó el cuento a través de una película, donde Pinocho conservó sus peores características de mentiroso y terco, pero ahora en un mundo mucho más infantil y colorido, pero muy alejado del original.
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