Cuando...

Cuando te cansas de regirte por las infinitas y surrealistas ideas que tienes de los otros.
Cuando aceptas que tienes la energía que te tienes, que eres como eres.
Cuando descubres que sabes tanto cómo cualquier otro.
Cuando reconoces que estás dando todo lo que tienes para dar y es suficiente.
Cuando te amigas con el hoy de tu proceso.
Cuando valoras tu criterio y admiras tu opinión.
Cuando deja de existir tal cosa como el error y sólo quedan viajes, aprendizajes y maduración.
Cuando te empiezas a repetir que más allá de lo que te digan otros o peor, tu cabezota, mereces placer, amor, salud y abundancia (de lo que venga)

Y te eliges a ti mismo porque tu alma ya te eligió.

El límite se convierte en tu posibilidad, la tierra se abre y deja entrever el Cielo.
El Cielo se filtra en cualquier intención y te acuerdas que eres sagrado, terrestre, torpe, atolondrado y limitado pero ilimitadamente sagrado. Inoportuno pero siempre en el lugar adecuado.
La perfección del humilde humano que se sabe aprendiendo y quiere crecer y evolucionar. Esa es la máxima libertad y eso siempre es hoy.

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