En las arenas del desierto como en las aguas de los océanos no es posible quedarse, echar raíces, vivir, vivir permanentemente. En el desierto como en el océano es necesario moverse constantemente, y así dejar que el viento, el verdadero maestro de estas inmensidades, borre todos los rastros de nuestro pasaje, haga de nuevo las extensiones de agua o arena, virgen e inviolable.
Alberto Moravia

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