Mi trasero.



- Francamente, escribiste tanto en mi trasero, ¿no estás cansado?

- No, jamás. Hay mucho que decir sobre tu trasero. Regordeta y dulce, tus nalgas se ven como dos manzanas de amor en sus palos. En el medio, una línea más oscura, un espacio de sombras y secretos que a veces atemorizó para deslizar mis poderosos apetitos. Y luego su carne que parpadea bajo la embestida de mi vida y que se ruboriza y muestra el ardor de mis manos, las de mis deseos ... Vivo es tu trasero. Vivir y pedir exaltado elogio, dedicatorias embalsamadas, caricias licenciosas, arduo trabajo, ...

- ¿Me quieres entonces?

- ¿Lo dudas?

- Deja de escribir ... Muéstrame que estás atando ...

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