El Sioux.



Un etnólogo de nueva york recibe un día en Manhattan uno de sus viejos amigos sioux. Y como a la gran pena ellos en la muchedumbre de la gente, coches descontroladas, luces de policía, en fin, en el ordinario ruido de una avenida crepuscular, el sioux se detiene de repente, en la esquina de una calle, tiende la oreja y dice :
- Aquí hay un grillo.
Su amigo se sorprende.
- un grillo? Olvídalo, viejo, estás soñando. Escuchar a un grillo en nueva york en este ruido?
- Espera, dice el otro.
Va directo al ángulo de una pared. En una grieta de hormigón crecen los mechones de hierba gris. Se inclina y luego se vuelve. En el hueco de su mano, un grillo.
- Así que, balbuceando el amigo, sorprendido, es increíble. Un oído fino en ese punto, es algo brujo, o qué?
- No, contesta el sioux. Cada uno escucha lo que la vive y lo que importa a su vida. Es fácil de demostrar. Mira.
Saca un poco de su bolsillo y los tira a la acera. Tintineo breves, ligeros, fugaces. En la estampida alrededor de ellos, mientras que los coches, al fuego del cruce, bocina, comienzan, rugen, diez, quince cabezas se vuelven y buscan un ojo, un momento.
- eso es todo, dijo el sioux. " "
Henri Gougaud, (pequeños cuentos de sabiduría para tiempos turbulentos)

Comentarios