Muchas vidas, muchas tribus.


Cuando una tribu de mujeres despierta, el universo entero se reverencia ante ellas.

Pues se han reunido en círculo durante muchas vidas, muchos tiempos, muchos cuerpos, razas, acentos y colores. Como brujas, como magas, como chamanas, como parteras. Sanando, cantando, danzando, rezando, sangrando, pariendo.

Pues para que se reúna una tribu, ellas han debido atravesar muchos obstáculos, han sido acusadas, perseguidas, quemadas y hasta se ha vejado su cuerpo, su alma y su voz.

Sin embargo hay siempre una misión más fuerte que las llama desde las memorias de la tierra, para que cada una escuche un llamado ancestral que les recuerde que "ellas son la tierra". Cuando las mujeres oyen ese llamado, despierta en ellas un sentido de vivir más profundo, más eterno, que las lleva incansablemente a buscar su tribu.

Y al mirarse a los ojos y reconocerse, es cuando todas celebran el haberse reencontrado después de tantas vidas, tantos tiempos, tantos cuerpos, tantas muertes y vidas.

Y es que aunque nos quemen, acusen y persigan una y otra vez, nos volveremos a reunir en torno al fuego, seguiremos creyendo que podemos cambiar el mundo, seguiremos creyendo que sangrar es sagrado, que parir es nuestro poder, que nuestro cuerpo es de cada quien, que no le pertenecemos a nadie, que podemos reunirnos cuantas veces queramos, que tenemos el derecho a vivir libres y salvajes.

Está impreso en nuestras almas, volveremos a aullar en torno al fuego cuantas vidas más nos plazca.

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