Lady Godiva es una pintura de 1898 del artista inglés John Collier, que trabajó en el estilo de la Hermandad prerrafaelista. El retrato de Lady Godiva y su conocido paseo por Coventry, Inglaterra, se lleva a cabo en la Galería de Arte y Museo Herbert de Coventry.
                 por EuropeanArt







A principios del siglo XI tuvo lugar en Inglaterra un hecho fascinante y que aún no se ha logrado descifrar si tan sólo se trata de una leyenda o si, en cambio, forma parte de los anales de la Historia (algunos expertos así lo señalan).

El hecho es que, bajo el mandato del monarca Eduardo el Confesor (1042-1066), el pueblo de Coventry vivió una de sus más duras épocas en la que tuvo un papel muy importante su señor, Leofric (968-1057), que también ostentaba los títulos de conde de Chester y de Mercia.

Leofric, quien abrumaba a sus vasallos con incontables y desmedidos impuestos, se encontró sin embargo con la total oposición de su mujer, Lady Godiva, que se mostraba compungida por los sufrimientos causados al pueblo y se apiadó de ellos, pidiéndole a su esposo que rebajara de inmediato los tributos.

Ante tal petición el conde aceptó, eso sí, poniendo tan sólo una condición: para que él accediese a sus deseos, Lady Godiva debería antes recorrer el pueblo montada sobre su caballo y completamente desnuda. Más que amedrentarse ante tal circunstancia, la dama aceptó de inmediato; no obstante, acordó con los vecinos de Coventry que durante su paseo ellos se encerrarían en sus casas, para no avergonzarla en su desnudez.

Sin embargo, cuenta la leyenda que un ciudadano se saltó la prescripción: un sastre. Es a este personaje al que el folclore inglés ha bautizado como “Peeping Tom” (lo que en español se traduciría por “Tom el mirón”, ya que no fue capaz de vencer la tentación de observar a su señora desnuda a través de una de rendija. En consecuencia, el sastre Tom se quedó ciego. Este caso pasó a designar, de forma general, en el idioma anglosajón lo que en castellano se conoce simplemente como “mirón” o “voyeur”, por la influencia francesa.

Al final, el conde Leofric se conmovió por el gesto de su esposa y acabó por cumplir con su promesa de rebajar los impuestos.

Foto Vía: posadaoscura.com

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